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“Ser paramédico me cambió para siempre”

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Nombre completo: Rodrigo Cruz
Formación profesional: Técnico en Sistemas Digitales e Ingeniero Biomédico
Experiencia como paramédico: Certificado como Técnico en Urgencias Médicas (TUM), con experiencia práctica acumulada en tres etapas fundamentales: como estudiante entusiasta, practicante en campo y paramédico activo en situaciones reales, incluyendo emergencias de alto impacto.

Inicio en la atención prehospitalaria

¿Cómo descubriste tu vocación?
Fue durante la carrera de Ingeniería Biomédica que mi interés por el cuerpo humano se transformó en verdadera admiración. Aprender sobre fisiología, patologías, signos vitales y cómo el cuerpo da señales cuando algo no está bien me llevó a reflexionar sobre mi papel como profesional. Me di cuenta de que no quería quedarme solo con lo técnico: deseaba tener un impacto humano directo. Esta necesidad de conexión me impulsó a buscar formación como paramédico. Fue ahí donde encontré una mezcla poderosa entre ciencia, tecnología y servicio a los demás.

¿Recuerdas tu primer servicio?
Sí, lo tengo grabado con claridad. Atendimos a una persona mayor en un edificio, con la necesidad de traslado por condiciones clínicas. Aunque no fue una emergencia de vida o muerte, significó mucho para mí. La paciente tenía un peso considerable, unos 130 kg, y eso exigió coordinación, respeto y paciencia. Aprendí sobre la importancia del trato digno, la empatía en el proceso de movilización y cómo la logística también forma parte de una buena atención.

Lo humano detrás de la urgencia

¿Cuál ha sido el caso más difícil emocionalmente?
Uno de los momentos más duros que viví fue durante un terremoto en la Ciudad de México. Me tocó participar en labores de rescate en una escuela colapsada. Fue un entorno caótico y desgarrador. Pero lo más difícil fue tener que entregar personalmente la lista de nombres de los niños fallecidos a los padres de familia. Es una carga emocional inmensa. En ese instante no solo eres técnico o profesional; eres humano, vulnerable. Tuve que pedir relevo para dejar de leer los nombres porque se me quebraba la voz. Nunca olvidaré esa sensación.

¿Y el que más orgullo te ha dado?
Hubo un caso de intento de suicidio en el que logramos estabilizar al paciente y trasladarlo con éxito. Actuamos rápido, con roles bien definidos, sin perder la cabeza. El trabajo en equipo fue impecable. En ese momento entendí la importancia de la preparación, del entrenamiento constante y del liderazgo. Me sentí orgulloso de mi formación y de mis compañeros. Ver a una persona sobrevivir gracias a nuestro esfuerzo es una de las recompensas más grandes.

¿Cómo manejas el estrés?
Compartiendo con mis compañeros. Nosotros nos entendemos sin necesidad de demasiadas palabras. Después de cada guardia difícil, hablamos, nos desahogamos. Es una red de apoyo mutuo que ayuda a no cargar con todo en silencio. La salud mental es fundamental, y entre paramédicos cuidarnos emocionalmente es casi una regla no escrita.

Tecnología y experiencia biomédica

¿Qué equipo consideras esencial en la ambulancia?
El DEA funcional siempre es prioritario. Sin él, la atención inicial en una RCP (paro cardiorrespiratorio) se ve muy limitada. También considero fundamental todo el equipo para manejo de la vía aérea, el oxígeno y los insumos de inmovilización. Desde mi formación biomédica, sueño con ambulancias básicas mejor equipadas, incluyendo capnógrafos y monitores de signos vitales, pero sé que eso depende de presupuestos y políticas. Aun así, siempre hay margen para optimizar lo que tenemos.

¿Te ha fallado algún equipo?
Hasta ahora, no de manera crítica, y eso se debe a que hacemos un checklist riguroso cada vez que recibimos o entregamos la ambulancia. Sin embargo, hay factores externos, como el ruido en la escena o la presión del momento, que pueden entorpecer el uso del equipo. Por eso, aunque existan monitores digitales, sigo confiando en el esfigmomanómetro manual: es rápido, confiable y no depende de batería.

¿Cómo te ayuda ser ingeniero biomédico en campo?
Mi formación me da una visión más profunda de la anatomía, fisiología y patología. No solo sé qué hacer, sino por qué lo hago. Además, tengo mayor criterio al interpretar signos y síntomas, y me ayuda a razonar clínicamente en situaciones donde no todo es blanco o negro. Incluso, puedo revisar el estado técnico de los equipos y dar soluciones rápidas si algo presenta fallas menores.

Formación y lecciones

¿Dónde estudiaste y cuánto duró tu formación?
La formación teórica duró aproximadamente un año, en el que se cubrieron temas desde primeros auxilios hasta farmacología básica. Luego vinieron tres meses intensivos de prácticas: primero en hospital, donde aprendimos sobre trato al paciente, documentación, triage y otras habilidades clínicas; después en ambulancia, enfrentando situaciones reales.

¿Qué certificación marcó tu camino?
El BLS (Basic Life Support) fue un parteaguas. No solo por las maniobras que aprendí —como RCP, manejo de vía aérea y uso de DEA—, sino porque entendí la importancia de actualizarse constantemente. La medicina de urgencias evoluciona rápido, y lo que hoy es un protocolo mañana puede cambiar.

¿Qué aprendiste de tus errores?
Aprendí que una entrevista clínica mal hecha puede arruinar todo un diagnóstico. Al inicio, por nervios o falta de experiencia, omitía preguntas esenciales, como antecedentes ginecológicos o tratamientos actuales. Hoy sé que cada palabra del paciente puede darme una pista crucial para la atención adecuada.

Vocación y futuro

¿Qué significa ser paramédico en México para ti?
Es un compromiso con la vida y la dignidad humana. Aunque hoy no estoy en la ambulancia todos los días, sigo vinculado al área desde otras trincheras. Cada vez que puedo apoyar en campo lo hago, y además intento difundir lo aprendido para que otros se inspiren, se preparen y se profesionalicen.

¿Tienes una frase que te acompañe?
“Primero yo, después yo y al final yo”. Suena egoísta, pero no lo es: si un rescatista no se protege a sí mismo, no podrá ayudar a nadie. Es la base de la seguridad en emergencias: no ser una segunda víctima.

¿Qué consejo das a quienes empiezan?
Que no se dejen llevar solo por la adrenalina. Ser paramédico requiere estudio constante, respeto por los pacientes y mucho autocuidado. Si tienes la vocación, la notarás desde el primer paciente al que le tomes la mano.

¿Qué sigue para ti?
Estoy iniciando una serie de artículos en Enlace Biomédico, donde quiero compartir lo que viví, lo que aprendí y lo que otros pueden aprender. Esta es otra forma de salvar vidas: informando, inspirando, conectando experiencias.

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